• La globalización económica ha provocado una creciente interconexión e interdependencia de las economías nacionales, lo que ha facilitado la expansión de las empresas multinacionales y la deslocalización de la producción hacia países con menores costos laborales. Esto ha generado una presión a la baja sobre los salarios y las condiciones de trabajo en muchos países, así como una mayor competencia entre las economías y las fuerzas laborales a nivel internacional. 

• El avance de las tecnologías digitales, la inteligencia artificial y la automatización han transformado profundamente el mundo del trabajo. Muchas tareas rutinarias y manuales han sido sustituidas por máquinas, mientras que han surgido nuevos empleos y habilidades relacionadas con el manejo de datos, la programación y la gestión de tecnologías. Estas transformaciones han generado tanto oportunidades como desafíos para los trabajadores y sus organizaciones sindicales.

Los cambios demográficos, como el envejecimiento de la población en algunos países y el aumento de la migración laboral, han diversificado la composición de la fuerza de trabajo. Esto ha planteado nuevos retos para la representación sindical, ya que los intereses y necesidades de los trabajadores son cada vez más heterogéneos en términos de edad, género, etnia, estatus migratorio, entre otros factores.